Desde el 2017, el fundador del Sodalicio, Luis Figari, y
cinco ex sodálites enfrentan una investigación por los presuntos delitos de
asociación ilícita, lesiones psicológicas graves y secuestro
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Luis Figari, fundador del Sodalicio, fue denunciado por abusos sexuales, físicos y psicológicos en esta organización religiosa. |
Pedro Salinas, autor del libro junto con la periodista Paola
Ugaz, reconoce que “Mitad monjes, mitad soldados” es el trabajo más importante
y satisfactorio de su carrera, pero, a la vez, el que le ha ocasionado una suma
de problemas, incluso judiciales.
“En algún momento pensé en no seguir más con el libro, pero
después de haber escuchado los testimonios desgarradores de personas que
confiaron en mí, no había forma de darles la espalda. En estos casos, uno debe
seguir hasta el final. Los costos sí han sido muy grandes en todos los
ámbitos”, reflexiona Salinas.
Luego de la publicación y de que se conocieron otras
denuncias de abusos, el Ministerio Público abrió una investigación a algunas
autoridades del Sodalicio, entre ellos al fundador de esa organización, Luis
Fernando Figari, por los presuntos delitos de abuso sexual, físico y
psicológico.
Pero la fiscal María Peralta archivó todo porque, según ella, los
ilícitos habían prescrito. Tras los cuestionamientos legales a su decisión, el
expediente fue reabierto y asignado a la fiscal María León, titular de la
Fiscalía Provincial Penal 18 de Lima.
—Justicia que tarda—
El 20 de noviembre del 2017, la fiscal León formalizó una
denuncia penal contra Figari y otras cinco ex autoridades del Sodalicio por los
presuntos delitos de asociación ilícita para delinquir y lesiones psicológicas
graves en agravio de 14 personas, entre las que se encuentra Salinas, quien
formó parte de esa agrupación religiosa.
El delito de secuestro no fue tomado en cuenta por la fiscal
a pesar de que las víctimas habían sostenido en su despacho que fueron privadas
de su libertad desde que se les captó para que entren al Sodalicio y que debido
a un riguroso adoctrinamiento perdieron su capacidad de decidir y, según sus
testimonios, fueron amenazados.
La magistrada además excluyó de la denuncia a José Ambrozic
y al sacerdote Jaime Baertl, autoridades del Sodalicio, e indicó que “no se
encontraron elementos probatorios idóneos” contra ellos. Las víctimas apelaron
ambas resoluciones.
El fiscal superior Frank Almanza evaluó el caso y dictaminó
que la denuncia incluya el delito de secuestro. En los próximos días definirá
si Baertl y Ambrozic deben ser comprendidos como denunciados en el caso.
“Una vez que se resuelva esa apelación, se fijaría una fecha
para la audiencia donde el juez determinará si abre juicio o no. De ahí
analizaría un pedido de prisión preventiva”, explica Héctor Gadea, abogado de
las víctimas. De aprobarse la prisión preventiva contra Figari, deberá ser
extraditado de Italia.
De acuerdo a la denuncia fiscal, tanto Ambrozic como Baertl
habrían incurrido en el presunto delito de encubrimiento. Ambos niegan haber
ultrajado a jóvenes sodálites. En noviembre del 2015, Figari escribió una carta
en la que rechazaba las acusaciones que se le imputaban, pero pedía perdón “a
cada uno de los que haya podido herir”.
—Omisiones—
Según el informe que el Sodalicio realizó en el 2017 sobre
las acusaciones de abusos, tres personas aseguraron que fueron violadas por
Figari y que denunciaron los hechos ante el Tribunal Eclesiástico, entidad que
depende del Arzobispado de Lima. Uno de ellos fue Santiago, llamado así en el
libro de Salinas. Según su testimonio, fue ultrajado sexualmente cuando estaba
en secundaria y se atrevió a contarlo 34 años después.
“Después de realizar mi denuncia en el Tribunal
Eclesiástico, imaginé que se iniciaría un proceso contra Figari. Pensé que
sería contactado por la Iglesia”, comenta. Pero, no lo llamaron. Dice que no
acudió a la fiscalía porque el delito habría prescrito.
En el 2015, el sacerdote Luis Gaspar, juez del Tribunal
Eclesiástico, informó a Radio Programas que las tres denuncias habían sido
derivadas al Vaticano dado que el Sodalicio es un instituto consagrado y se
rige por un vicasterio. Santiago afirma que su denuncia nunca llegó a Roma. Así
se lo ha indicado un alto funcionario del Sodalicio de Vida Cristiana.
A raíz de esa presunta inacción, la Fiscalía Provincial
Penal 25 de Lima investiga, de manera preliminar, al cardenal Juan Luis Cipriani
por el presunto delito de encubrimiento. Este Diario envió al Arzobispado de
Lima un pliego de preguntas sobre el tema, pero, al cierre de esta nota, no
hubo ninguna respuesta.
Milagros Revilla, abogada especializada en Derecho Canónico,
recalca que el Tribunal Eclesiástico debió, al menos, escuchar al denunciante y
al denunciado, aparte de remitir el caso a Roma. “Desde mayo del 2011 la Santa
Sede dispuso que “al recibir las denuncias de posibles casos de abuso sexual a
menores, los obispos deberán asegurar que sean tratados según la disciplina
canónica y las leyes de los estados respetando los derechos de todas las
partes”.
Además, remarca que en el Perú se debería obligar a los
obispos o religiosos a denunciar los delitos que conozcan en el desempeño de su
actividad.
Según el informe del Sodalicio, 19 menores de edad habrían
sido violados en esta agrupación. También 17 jóvenes, de entre 18 y 21 años,
indicaron que fueron ultrajados sexualmente por las autoridades de la
asociación religiosa.
—Un juicio en Piura—
El obispo de Piura y Tumbés José Eguren ha querellado a los
periodistas Salinas y Ugaz por el presunto delito de difamación agravada que se
sanciona con tres años de prisión. A Salinas porque escribió una columna de
opinión en la que dice que Eguren “es un discípulo” de Figari y “es señalado en
reportajes de investigación, como presuntamente implicado en casos de tráficos
de terrenos en Piura”. La denuncia contra Ugaz es porque dirigió un documental
de la cadena de noticias internacional Al Jazeera que da cuenta del presunto
tráfico de tierras y la contratación de criminales en Piura para que
supuestamente el Sodalicio se apropie de un consorcio de multiviviendas.
También por unos tuits que escribió en los que recordaba que Eguren formó parte
de la jerarquía del Sodalicio.
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